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Telescopios y observaciones en astronomía, con servicio de asesoría, en la ciudad de Santa Marta

miércoles, 7 de abril de 2021

La estrella Sirius, con su brillo multicolor

 La estrella Sirius 


Como observar la estrella Sirius



Sirius es la estrella más brillante del cielo. Brilla con magnitud -1.5, magnitud solo superada por la de algunos planetas, la Luna y el Sol. Se trata de una estrella blanca, 25 veces más luminosa que el Sol, cuya temperatura en la superficie llega a los 10000 K. Es la quinta estrella en orden de cercanía a la Tierra estando situada a 8.6 años luz (exceptuando el Sol). Pertenece a la constelación del Can Mayor que resulta visible en el horizonte Sur desde las latitudes medias alcanzando no demasiada altura sobre el horizonte. 

Como se observa Sirius, por medio de los telescopios


Mientras el observador (a), va viendo en los telescopios se observa una estrella con infinidad de destellos multicolor, que algunos dicen que parece un diamante, por su maravilloso espectáculo de colores vivos, y va recibiendo la respectiva explicación que dice: “Se observa de todos los colores, ¿sí? esa es la estrella Sirius que se encuentra a 8.6 años luz de distancia, quiere decir que la luz que recibimos en este momento de esa estrella despegó desde allá casi nueve años, es la más brillante, y la más grande de todas las estrellas, a simple vista, siempre sale los primeros de Diciembre y se oculta los primeros de Junio, se encuentra en la constelación del Can Mayor, el Can Mayor quiere decir que toda esa región del cielo tiene ese nombre, y se va desplazando a través de la lente por la rotación de la Tierra”.



Sirius es visible desde casi todo el planeta salvo desde las latitudes que superan los 73ºN, resultando ser una estrella circumpolar (siempre visible) para las latitudes inferiores a 73ºS. Sirius sirve como referencia para localizar otros objetos celestes como los cúmulos abiertos M41, M46, M47 y M 50 y otros.

Los egipcios y la estrella Sirius



Cuando Sirius, aparecía por el horizonte este en los tórridos amaneceres egipcios, sus habitantes se alegraban porque la crecida del Nilo haría que sus cosechas crecieran y sus vidas mejorarían. Sirio, para ellos, era el mejor símbolo de esperanza. En las noches invernales y en buena parte de las primaverales, aparece en el horizonte sur la estrella más brillante de todas cuantas podemos observar en el firmamento. Se trata de la estrella Sirius y brilla, con magnitud -1.5, en la constelación del Can Mayor.

Historia de la estrella Sirius




A lo largo de la historia, la estrella Sirius ha desarrollado un papel importante en el conocimiento básico de los seres humanos. Siempre se ha pensado que después de la Polar, la estrella que más ha aportado al desarrollo de los antiguos habitantes del planeta ha sido Sirius. Los antiguos habitantes del Valle del Nilo encontraron una relación entre las oportunas crecidas del río Nilo y la primera aparición en el horizonte de la estrella Sirius poco antes del amanecer (lo que se conoce como orto helíaco). De hecho, en la elaboración de su calendario, los egipcios intercalaron un mes más llamado Thoth cuando la estrella Sirius, a la que ellos llamaban “Sotis” tenía su orto helíaco en el duodécimo mes de su calendario común. Los griegos también hicieron uso de las observaciones de las apariciones de Sirius para la elaboración de calendarios, muy probablemente, eso sí, inspirados por esas primeras observaciones comentadas.


También Sirius fue la protagonista de la primera determinación de la distancia de una estrella, aunque tosca, pero primera al fin y al cabo. Parece ser que el astrónomo escocés James Gregory (1638-1675) propuso un método para comparar el brillo del Sol con el de una estrella usando la propiedad de que la luz disminuía del orden de acuerdo al cuadrado de la distancia que les separaba. Gregory no hacía uso de la luz del Sol sino de la luz de esta estrella reflejada en Saturno. Fue entonces cuando el genial Isaac Newton (1642-1727) lo usó aplicándolo a la estrella Sirius, llegando a la conclusión de que Sirius se encontraba a un millón de veces la distancia que separaba la Tierra y el Sol. El valor no es correcto (el real es casi la mitad) pero sin duda fue una excelente base para comprobar las distancias en el universo conocido por entonces. Pero si Newton puso en práctica el método de medición de distancias estelares, su mentor, Edmund Halley (1656-1742) inauguró la investigación sobre los movimientos propios de las estrellas. 



En 1718, Halley se dio cuenta que los errores de observación y los movimientos de la precesión no eran suficientes para explicar las diferencias tan grandes que había visto en distintos catálogos desde el de Tolomeo hasta aquella fecha. Observó que había bastante diferencia en Aldebarán, Arturo y, aún más, en Sirius. Parecían, todas, desplazadas hacia el Sur. Fue Jacques Cassini (1677-1756) quien no se llevaba especialmente bien con Halley a raíz de un error que encontró este último sobre la medición de la paralaje, precisamente de Sirius, quien indicó que esos desplazamientos se debían al movimiento propio en sí de las propias estrellas. Se inició así la época de la medida precisa de la posición de las estrellas para calcular sus distancias. 



Desde años atrás estuvo investigando el espectro de Sirius, y usó esta técnica para encontrar por primera vez la velocidad de una estrella por medio de este método. Llegó a la conclusión que la estrella Sirius se alejaba a poco más de 15 kilómetros por segundo del Sol. En realidad es la mitad pero también gracias a esta estrella se abrió un nuevo camino en los cálculos de velocidades estelares y precisó el trabajo de Halley sobre el movimiento propio de Sirio. Un movimiento propio, el de esta estrella, que repercutió notablemente en la Astrofísica. Las siguientes medidas del movimiento propio de Sirius, hicieron posible detectar que esta estrella tenía un movimiento irregular, y Friedrich Bessel (1784-1846) propuso que se debía a la existencia de otro cuerpo muy masivo que interfería gravitatoriamente en Sirius. El objeto fue localizado en 1862 por Alvan Graham Clark (1832–1897) y fue denominada Sirius B, comprobándose, ciertamente, que era muy masivo, del orden de 0.9 masas solares mientras que Sirius A, tenía una masa algo más del doble que su compañera. Estudios posteriores descubrieron que Sirius B, tenía mucha masa concentrada en un volumen muy pequeño; se trataba de una estrella muy densa en la que una cucharada de su material pesa 3000 kilogramos; se trataba de una estrella que actualmente conocemos como enana blanca.


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